Llegó el primer día
de clases para muchos niños en Perú. Un nuevo año escolar. El entusiasmo y los
nervios se conjugan para dar lugar a una montaña rusa de emociones. Acá viene
la pregunta, de quiénes son las montañas rusas emocionales? La respuesta:
TODOS.
Como todos, he
sido alumna del colegio y recuerdo que un día antes no podía dormir. A pesar
que no nos cambiaban de salón, siempre esperaba ansiosa a los nuevos profesores
esperando que no me tocaran las “profes brujas”; pensar que años después y
contra todo pronóstico me convertiría en profesora. Conforme avanzaba en el
colegio, esperaba cada año que entrara un nuevo chico y que fuera amor a
primera vista. A pesar que quise mucho a los chicos de mi cole… nunca tuve un
amor ni a primera, ni a segunda, ni a ninguna vista.
Luego, vino mi
etapa de mamá. Al ser profesora tenía tranquilidad en haber conocido a sus
misses; de alguna u otra manera siempre era un poco fácil conocerlas o saber de
ellas. Respeté mucho su autonomía y me comporté como otra mami, pero que estaba
más cerca para cruzarme con mis enanas en cualquier momento. Las misses además
eran las tías – profes que las engreían más que yo misma. Tenían tías, primas
de cariño y hasta abuelitas.
Este año, el de
mis vacaciones, me tocó ser sólo mamá. Dejando a mis hijas en la movilidad en
la mañana y darles un beso de hasta luego. Confiar que lleguen bien al colegio
y no esperar nunca ser llamada por las misses por ningún motivo, salvo que sea
para felicitarme. ¿A qué mamá no le gusta que le digan que su hijo es lo máximo?
¡A todas! Este año me toca esperar la llegada para saber como les fue y confiar
en profesoras que nunca antes había visto. Ahora entiendo a las mamis y papis
ansiosos que trataban de entrar al colegio de alguna u otra forma para ver como
estaban sus hijos con las profesoras desconocidas que les tocaba ese año. Una
de esas profesoras era yo.
Empezar el nuevo
año escolar es para mí, el verdadero comienzo del año. Todos los involucrados
tenemos ansiedad, nerviosismo, alegría, tristeza que se resume en un
sentimiento extraño y desconocido que no se puede explicar en palabras.
Sin embargo, los
adultos tanto profesores como padres debemos recordar que los niños son los que
viven la aventura. Son ellos quienes se enfrentan a nuevos retos y que nosotros
debemos intentar darles la seguridad que si bien es importante ser responsable
una nota no los define como persona. Recordemos que cada niño es diferente y
tiene una luz especial, que brilla en forma única y a su tiempo. Algunos serán
más hábiles en matemáticas, otros en idiomas, otros en historia, otros en
deportes y otros pasarán “a la justas” cada año; pero siempre tienen que saber
que sus profesores y papás confían en que hacen lo mejor que pueden y que son
como son. Quizás más atléticos, quizás más intelectuales, quizás más artistas o
quizás distintos a los demás; pero siempre con sueños propios. Lo más importante en el colegio es que se sientan
amados, que sepan que siempre todo estará bien y que es una etapa de diversión
y aprendizaje. Habrán días malos, muy malos, otros buenos y súper días también.
Que este año sea bueno y que todos los disfruten. Lo bueno y lo malo llega
siempre. No digamos a los niños que no es importante su problema de “canchita”
en el colegio, porque para ellos esa “canchita” era especial. El colegio es su
mundo y por empatía recordemos que para nosotros también fue un mundo único y
especial, hace ya varios añitos.

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