Hace algún tiempo
escuché a una persona decir: ¿Para qué sirven los militares? La pregunta que
soltó a voz en cuello retumbo en mis oídos y aunque tenía muchas cosas que
decir, antes de organizar mis ideas la persona salió del ambiente y no pude
responder. Hace unos días un integrante de la Fuerza Aérea del Perú murió defendiendo
al país de un grupo armado. Un momento de tristeza para todos los que somos
parte de la familia FAP. Este año, pude participar de una actividad para
homenajear a los héroes de otro país, hombres y mujeres que lucharon para
lograr la paz en su país. A raíz de estas situaciones decidí plasmar algunas
ideas en este blog.
-“Dios, Patria y
Familia”.- Para muchas personas este orden de prioridades puede ser considerado
algo inaudito; sin embargo, para un militar es el orden en el que funciona su
vida desde que comienza su formación. Los que no conocen militares de cerca, no
comprenden a madres que no ven a sus hijos los primeros meses de escuela o a las “Incondicionales” (tal cual el
video de Luis Miguel) esperando el fin de semana para ver al amor de su vida.
Esto sin embargo, no se compara al sentimiento de esperar a un hijo, esposo,
hermano, padre o amigo que regrese después de estar en zona de conflicto.
-“Amor por el país”.-
Si uno se pone a reflexionar estas personas realmente aman a su país.
Indistintamente de su nacionalidad, se paran solemnes y sin hablar para entonar
el himno estén donde estén. Se sienten orgullosos de los colores de su bandera
y de servir al país, incluso con su propia vida y ser muchas veces héroes en
silencio. Cuando una persona decide ser parte de una Fuerza Armada, sabe que el
país está por encima de su vida e incluso su familia. Ellos son los que se
separan de sus familias por ayudar a personas en emergencia, como lo fue
durante el Fenómeno del Niño. Son ellos quienes ven nacimientos de sus hijos
por foto, quienes se contentan con llamadas cortas mientras están en Misión de
Paz dentro o fuera del país, quienes no pueden ir a dar el último adiós a sus
seres queridos y quienes quizás nunca regresen a su hogar.
-“Los cambios”.-
El militar no es el único que cambia cada cierto tiempo de lugar de trabajo.
Muchos tienen familia quienes se tienen que adaptar de alguna manera “por amor
a su país también.” Esposas que dejan a sus familias, hijos que dejan sus
colegios y se adaptan al cambio que les toque. Quizás en una ciudad, quizás en
un desierto o quizás se adapten a estar sin su papá o su mamá porque por
sacrificios por la familia no siempre se puede acompañar al militar a su lugar
de trabajo. Hogares que se aferran a Dios cuando su papá es enviado a una zona
de conflicto. En estos años de ser esposa de un militar he podido ver a mujeres
solitarias, caminando por la “Villa” sin su compañero. Mujeres que trabajan y deben
llegar a casa con una sonrisa en el rostro para no demostrar su preocupación
cuando se escuchan noticias de atentados justo en esa zona de conflicto. Esposas
o esposos que se acuestan solos en sus camas e hijos que no reciben el beso de
papá o mamá al acostarse. A ellos mi admiración eterna, sean del país que sean
y que han sostenido un hogar basado en el amor a Dios, su esposo(a) y su país.
-“Merece tu
respeto”.- En mi vida he estado en dos sitios públicos y concurridos en donde
han rendido un pequeño homenaje a los integrantes de las Fuerzas Armadas, he
podido ver los rostros de esos héroes desconocidos pero en especial el de mi
esposo, Kurt. Son esos momentos en el que se hace un nudo en la garganta y
agradeces a Dios porque tu esposo está vivo y a tu lado; situación que no
siempre es así. El día que participé de una actividad para los héroes de
Colombia, vi hombres y mujeres afectados física y emocionalmente por el
conflicto que vivieron dentro del país. Preparamos con un grupo de esposas un día
especial para ellos, pero no podía dejar de tener el corazón encogido al verlos
llegar en sillas de ruedas, con prótesis, quizás sin manos completas o con
cicatrices por diferentes partes del cuerpo. Algunos jóvenes otro mayores,
algunos con todas sus habilidades y otros no. Me sentí corta de no poder hacer
más, de no poder ir donde cada uno a estrechar su mano y agradecerle que este
año he podido vivir en un país que es tranquilo gracias a ellos y a los que se
fueron luchando por su país.



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