jueves, 10 de mayo de 2018

El día de la madre, sin tu mamá


Hace ya 7 años perdimos a mi mamá por un cáncer de páncreas muy agresivo, y así el día de la madre se tornó en un día diferente. Cada mayo es más intenso el recuerdo que no tenemos una madre físicamente presente. No hay el hecho de planificar la visita, pensar el regalo o al menos llamar por teléfono. Ese abrazo que siempre se extrañará, no tiene sustitución alguna. Sin embargo, en estos años hemos aprendido lecciones muy valiosas a raíz de esta inesperada realidad.

  • Mi mamá es una pesada: Si; tu mamá te va a “molestar” siempre. No es su trabajo, ni su intención. Es un intento desesperado por criarte de la mejor forma posible. Ella sabe que no será eterna y en la inexistente experiencia de ser madre se le ha encargado la valiosa tarea de darle a sus hijos la “mejor vida posible”. Así que tenle paciencia, no le hagas muecas ni la “rajes”. Ella no tiene un manual y tus acciones la afectan. Duele ver a hij@s tratar así a sus madres en un centro comercial, o en un restaurante cuando su mamá les dice que tenga cuidado o que diga gracias al mesero. 


  • No sé que regalarle: Sonará a cliché, pero el mejor regalo para tu mamá es el tiempo que le das; pero no el tiempo con tu celular en la mano. Un regalo lindo que se hacen mutuamente son los recuerdos. Los momentos compartidos llenos de alegría que son los que te quedan cuando ya no está tu mamá. Una foto o mejor aún, un video con ella hablando, para que siempre puedas escuchar su voz. Igual, rompe tu chanchito y hazle un regalo sencillo pero acompáñalo de un momento sin selfies interminables o redes sociales minuto a minuto; y con tu mejor humor. Aprovecha en abrazar, en decir mirando a los ojos cuanto la quieres y que siempre estará en tu corazón. 


  • Ahora que soy mamá: Hace unos años ya somos mamás y nuestras vidas son diferentes. Están llenas de un amor inexplicablemente perfecto, uno que de verdad no espera nada y soporta todo lo que uno puede imaginar. Caras largas y carcajadas sinceras. Vómitos y abrazos dulces. Pañales y olores riquísimos. Ser mamá nos cambió la vida para mejor, y recién entendemos que para mi mamá; para nuestra “Pantera Roja” su vida fue plena porque existíamos los 4. Hoy nos quedan sus recuerdos y sus risas en el recuerdo. Sus errores y aciertos. Su fortaleza y también sus momentos de flaqueza, pero sobretodo su corazón de madre que trasciende la vida. Ahora los abrazos de nuestras hijas nos llenan el corazón de alegría para compensar una ausencia eterna.


Feliz día mamá, un abrazo hasta el cielo.



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